Iniciaba la última década del milenio pasado, cuando empecé mi formación profesional en el campo de la ingeniería de computación y sistemas, nos tildan de cuadriculados, seguramente por basarnos en metodologías para construir algún elemento para dar solución a una problemática existente, a eso, se le suma la formación en cursos de ciencias, como la matemática, física y química.

Durante mi etapa universitaria, fui formado, adicionalmente a los cursos citados, con materias de programación, sea de paso la aclaración, todos ellas, o ya no existen o quedaron obsoletos, los tiempos cambian rápido y la tecnología también. Nos dieron algunos lineamientos para entrar al campo empresarial, como economía, la general, micro y macro; estadística, investigación de operaciones, contabilidad, entre otros. Como puedes ir ya identificando, una formación más inclinada hacia lo “hard”; lo más cercano a lo “soft”, fueron cursos de planeamiento estratégico y teoría general de sistemas.

Sea de paso, antes de redactar el presente artículo, le di una mirada a la malla curricular vigente de la carrera de la universidad en la que estudié; me di con la sorpresa que, siguen dándole un amplio peso a lo “hard”; en mi época, era justificado, porque el peso específico mayoritario, se le daba al conocimiento que uno poseía, y con ello, garantizabas un puesto de trabajo; a nivel operativo. Ahora, es un pecado, de los mortales, el no formar a los futuros profesionales, en habilidades blandas (soft skills).

Debido a la formación que nos brindaron en la universidad, nos dio la facilidad para entender cómo funcionaban los distintos procesos, a manera de un cirujano, tener una alta precisión al momento de ir cortando cada capa, para poder ir descubriendo y comprendiendo, los orígenes o fuentes (input) de lo que nos interesaba investigar (output); esta habilidad (capacidad), permitió que junto a muchos colegas, migremos a distintas áreas funcionales de la empresa, diferente a la línea de carrera tecnológica.

Durante la primera década del actual milenio, decidí hacer una maestría, como ya había coqueteado en muchas oportunidades con temas empresariales, opté por sumergirme en un nuevo mundo para mí, el campo de los negocios, así que tomé la ruta de hacer un MBA (Maste Business Administration), estas siglas son bien marketeras, pero en la realidad peruana, su equivalente es el MA (Maestría en Administración). Es aquí en donde tomo conocimiento y tengo contacto de manera consciente con las famosas “habilidades blandas”, con lo cual entendí que, si deseaba seguir ascendiendo en la línea de carrera profesional y/o empresarial, ya no bastaba con las habilidades técnicas; para creer, se necesita saber utilizar y contar con tu “espada del augurio”, las habilidades blandas, sea de paso, uno de mis profesores de la maestría, nos contó esa metáfora; que lo dejo para contártela en una próxima oportunidad.

La pregunta que me hago a estas alturas de mi vida profesional es ¿Qué hubiera pasado si me hubieran entrenado en habilidades blandas, desde mi época escolar?, recientemente escuché a Andrés Oppenheimer decir que en la India, ya están formando a sus alumnos de colegio en habilidades blandas, con 1 hora al día, con temas como meditación, felicidad, resiliencia, tolerancia al fracaso; pensamiento crítico, todo lo aterrizan con casos reales de personas o situaciones famosas ¿estarán formando a la nueva línea generacional para liderar la competitividad mundial?

Hay distintas propuestas de agrupamiento de habilidades blandas, pero, una de las que me llama la atención, es la forma cómo las agrupa David A. Whetten:

1) Habilidades personales: Desarrollo del autoconocimiento, manejo del estrés personal y solución analítica y creativa de problemas.

2) Habilidades interpersonales: Establecimiento de relaciones, poder e influencia, motivación y manejo de conflictos.

3) Habilidades grupales: Facultamiento y delegación, trabajo en equipo y gestión del cambio.

La estructura planteada por David A. Whetten, nos genera la asociación con los distintos niveles jerárquicos que existen en las organizaciones: operativo (habilidades 1), mandos medios (Habilidades 2) y nivel estratégico (Habilidades 3).

La responsabilidad es compartida, por un lado se encuentra la empresa, quien evalúa el desarrollo profesional de sus colaboradores, a quienes debe preparar con la debida anticipación en las habilidades blandas anteriormente citadas, y por otro lado están los colaboradores, quienes deben trazar su visión de línea de carrera profesional a lo largo de su ciclo de vida.

A diferencia de nuestros padres y/o abuelos (generaciones Baby Boomers y X), donde ellos entraban a una empresa, y si le ofrecían la oportunidad de crecimiento y estabilidad, se mantenían allí a lo largo de su ciclo de vida laboral, la rotación era mínima. En la actualidad, con los millenials (generación Y) y Centennials (Generación Z), y ni que hablar de la generación Alfa, nacidos a partir del 2010, en una década ingresan al mercado laboral, estas generaciones, buscan marcas con propósitos que coincidan con los que cada uno tiene, la rotación ha aumentado con ellos, a nivel global.

Estas últimas generaciones, deben preocuparse en desarrollar habilidades que les garanticen lograr los objetivos profesionales trazados. Los tiempos ha cambiado, y con la llegada de la inteligencia artificial (IA), cambiarán mucho más rápido; por ahora, las habilidades blandas, son un factor diferencial, que las IAs aún no clonan de los seres humanos.

 


Por: Magíster Dan Inolopú Alemán