En las últimas dos décadas, casi la totalidad de los sectores económicos han sufrido una profunda transformación, obligando a las organizaciones y profesionales a adaptarse o quedar en el olvido.

Hoy, por el avance tecnológico y su democratización, se escribe mucho acerca de que las organizaciones deben mirar con entusiasmo a la era digital ya que les abre puertas y oportunidades que, pueden ser capitalizadas como elemento de sobrevivencia y si es adoptada correctamente tenerla como ventaja competitiva incluso.

El camino hacia la Transformación Digital, implica un conjunto de pasos que, dependiendo de la naturaleza y fines de la organización, se deben ajustar en su orden para asegurar el éxito. Existe muchas opiniones sobre el orden de los pasos a seguir, se encuentra, por ejemplo, que la inversión en tecnología de punta es primero o que el uso de indicadores KPI deben estar presentes en todos los pasos. Sin querer restarles importancia a estos elementos, propongo a la preparación para el cambio de las personas que componen la organización como factor clave y punto de partida, debiendo ser vista con especial relevancia tanto en orden como en ponderación.

Y es que la tecnología sola no transforma una organización y la forma de hacer negocios, por ello resulta imprescindible asegurar que sus miembros “compren” a la propuesta digital y entenderla como un proceso continuo y natural.

El cambio hacia lo digital es principalmente cultural, es dejar de lado formas tradicionales de pensamiento y actuación para pasar a mentes abiertas e innovadoras formas de trabajo y modelos de negocios. Al ser un cambio a todo nivel, el factor humano es clave que esté comprometido y empoderado. Es difícil transformar la forma de hacer las cosas en una organización si quienes interaccionan con sus clientes, empleados, proveedores y stakeholders en general, siguen manteniendo paradigmas tradicionales y formas de trabajo del mundo analógico.

Una alternativa para lograr una adaptación digital adecuada, es aplicar el método de Kurt Lewin, que plantea iniciar el cambio con la creación de un contexto de tensión entre sus miem- bros, fomentando in- comodidad con la situación actual y por ello es que el cambio debe ser necesario y que les puede jugar a favor. Una aplica- ción sencilla puede ser exponerle el ahorro de tiempo y esfuerzo que se tendría si trabajamos digitalmente y con ello alcanzar mejor equilibrio del tiempo dedicado al binomio trabajo – familia. Otro argu- mento es el ahorro de cos- tos y reducción de errores en el trabajo realizado. Una vez creado el contexto, la disposición al cambio crecerá, permitiendo continuar con los pasos siguientes hacia repensar el negocio en toda su extensión para hacerlo digital.

Alvin Toffler indica:
«Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer ni escribir, sino aquellos que no pueden aprender, desaprender y reaprender».

Esto nos plantea un gran reto: hacer de nuestras organizaciones, fábricas de innovación digital duradera, premiando la innovación y propuestas de agilidad, fortaleciendo la resiliencia y vendiendo positivamente el cambio para rápida adaptación.

MBA. Víctor Hugo Florián Paredes
Catedrático y Emprendedor