Asegurar la presencia del mejor talento humano en las organizaciones representa un reto constante. Para ello, en la etapa de reclutamiento y selección, se han desarrollado innumerables mecanismos evaluativos que nos dan, en lo posible, menor margen de error hacia una contratación acertada. Esta etapa es considerada clave para incorporar talento con sólida formación y que aseguren el correcto desempeño de sus funciones y, como contraparte, tener a un colaborador motivado y en franco crecimiento dentro de la compañía.

Sin embargo, antes de esta etapa de contratación, está la etapa de formación, que debe estar enfocada a preparar estudiantes con habilidades suficientes, que hagan “match” y que estén en sintonía con las necesidades de las empresas o las necesidades que representen oportunidades de emprendimiento e innovación. Este “match”, es un desafío clave para el crecimiento de la sociedad en conjunto.
En el sentido de este desafío, quiero referirme a la formación de nivel universitario, donde son innumerables las opiniones con férreas posturas de defensa sobre que hoy es más importante desarrollar una propuesta educativa que fomente las habilidades blandas (HB), respecto a las habilidades duras (HD). Basta con revisar los planes de estudios, los sílabos, los contenidos de las clases y otros relacionados, que se desarrollan donde encontramos un enfoque hacia las HB.

Como definición, las HB, también conocidas como habilidades interpersonales o sociales, son atributos personales que afectan la forma en que interactuamos y nos relacionamos con los demás. Incluyen cualidades como la comunicación efectiva, el trabajo en equipo, la empatía, la resolución de conflictos, la creatividad y la adaptabilidad. Estas habilidades son esenciales para construir relaciones laborales exitosas y para contribuir a un entorno de trabajo armonioso.

Y, las HD, también llamadas habilidades técnicas, son conocimientos específicos y medibles que se adquieren a través de la educación, la formación y la experiencia. Incluyen habilidades técnicas específicas para una profesión o industria, como el dominio de software, conocimientos técnicos, competencias matemáticas y la capacidad para realizar tareas específicas. Estas habilidades son tangibles y generalmente se pueden enseñar y medir de manera más objetiva.
En resumen, mientras que las habilidades blandas se centran en las características personales y sociales, las habilidades duras se centran en conocimientos técnicos específicos.

En base a la anterior y teniendo en cuenta que nos encontramos en una realidad nacional donde según el INEI, el 94.9% de las unidades empresariales son microempresas, y según el GEM, los peruanos somos usuales ocupantes de los primeros lugares a nivel mundial en emprendimiento; tenemos que evaluar la actual propuesta académica y darle mayor atención y preponderancia a las HD. Es fundamental, formar estudiantes capaces de hacer cosas, ejecutar tareas operativas y estar conectados con la exigencia y problemática empresarial.
Aprendí la frase: “No se puede corregir lo que no se sabe hacer”. Somos un país de microempresas, lleno de emprendedores con ganas increíbles de crecer y brindar lo mejor a nuestros clientes, pero también nuestros presupuestos son ajustados e insuficientes como para contratar especialistas para cada necesidad o con solo conocimientos teóricos. En la realidad, tenemos que saber hacer las cosas, empezaremos en nivel básico pero la práctica en el mediano plazo nos acercará a nivel experto. El costo de la experiencia de este tramo, son las universidades quienes deben asumirlo y entregar egresados competitivos, empleables y sobre todo que sepan hacer cosas.

Por mencionar algunos ejemplos:

  • Estudiantes de Administración y gastronomía, conocedores desde tiempos de cocción o como comprar los mejores insumos para el restaurante.
  • Estudiantes de Marketing, que dominen herramientas profesionales de diseño y nego- cios digitales, incluyendo programación html.
  • Estudiantes de negocios, herramientas ofimáticas, programación, contractuales o de uso de IA aplicada.
  • Estudiantes de ingeniería civil, capaces de hacer un circuito eléctrico con calibración de energía, optimización y alternativas en los materiales.
  • Estudiantes de turismo, que sepan optimizar amenities, realizar housekeeping, manejen OTA´s e idioma extranjero técnico.

Y de forma transversal, practicar la innovación. Todo esto se traduce en ahorro de costos, rapidez en los trabajos, elevación general de la dinámica de las empresas. Cada curso, debe verse como una oportunidad para desarrollar un caso práctico y de innovación para dar solución a problemas empresariales. Aquí algunas propuestas:

  • Expertos en aula, que impartan conocimiento práctico, tips, recetas, mecanismos de rápida solución y experiencia pura.
  • Visitas a empresas, sean grandes empresas o microempresas que destaquen en su actuar; muestren sus áreas de operaciones y como se hacen las cosas.
  • Trabajos prácticos, que los cursos sean aplicados a problemáticas reales donde en su calificación participen los gerentes de las empresas asistidas.
  • Aliarse con clústers empresariales y desarrollar propuestas de solución sostenida como por ejemplo a la informalidad o condiciones sanitarias de nuestros mercados de abastos.
  • Bootcamps, abierto para todas las carreras, promoviendo tecnología, negocios, salud, y fitness, entre otros. etc.
  • Ferias de emprendimiento, sean de ideas para nuevas empresas como para soluciones a empresas existentes.
  • Que sus oficinas de oportunidades laborales o empleabilidad, actúen como engranajes universidad – empresas, levantando información, formalizando acuerdos y asegurando el desarrollo exitoso de los puntos anteriores.
  • Invito a las casas de estudios a que tomen estas propuestas, las ponga en práctica de forma sostenida, incluyéndolas formalmente en sus planes curriculares, motiven el compromiso de sus docentes hacia ello. El corto plazo dará sus frutos muy satisfactorios.

Lic. Adm. Mg. Víctor Hugo Florián Paredes
Mba – Licenciado En Administración